En GESFORMA ya gestionamos más de 200 hectáreas de plantaciones truferas.

Denominada el “diamante del bosque”, la trufa la podemos encontrar en los platos de los mejores chefs del mundo. Es fácilmente reconocible por su característico sabor, pero conseguirla no es tarea fácil. Soria es una de las pocas zonas de España con cultivos truferos de gran calidad y su consolidación como cultivo alternativo de gran producción es más que una realidad.

Hasta hace unos años, la trufa únicamente procedía del monte, del campo, pero desde hace un tiempo el cultivo de este preciado hongo es posible en plantaciones. Sin embargo la truficultura sigue siendo un cultivo más complejo que los cultivos tradicionales. Esa complejidad surge porque con la trufa no solo hay que cultivar una planta como es la encina,  sino que hay que aprender a cultivar una asociación subterránea de al menos dos organismos (hongo y planta). De este factor surgen numerosas situaciones complejas, tales como que el producto final es subterráneo, es decir, que no se ve, hasta que se extrae, y es por ello que el estudio y manejo del suelo adquiere mucha más importancia en este cultivo.

En la actualidad hay empresas y técnicos especializados en el cultivo de la trufa, como la soriana GESFORMA, formada por los ingenieros Ignacio Lafuente y Ángel Ramos, desde la que nos recuerdan que la trufa es un cultivo alternativo muy rentable, pero sólo si se lleva a cabo en las condiciones adecuadas y con los conocimientos suficientes. 

En palabras de Ángel Ramos, para crear el caldo de cultivo perfecto para que el diamante del bosque prolifere en nuestras tierras “hay que hacerlo bien desde el inicio, realizar un estudio previos donde analizar, entre otros,la zona y del suelo, trazar una planificación y realizar una ejecución y mantenimientos idóneos”. 

De cara a la ejecución de los trabajos de implantación de una trufera, la relevancia de un buen asesoramiento comienza con una buena preparación del terreno y la elección de una buena planta de encina micorrizada, a la que se le suma la búsqueda de agua para la transformación a regadío. Pero la ejecución de la plantación no lo es todo, para intentar asegurar el éxito del cultivo hay que seguir prestando especial atención a su mantenimiento. No hay que caer en la idea que una vez plantado podemos olvidarnos de la plantación hasta que comience a producir. Desde que se planta, todos los años es necesario llevar a cabo ciertas labores de mantenimiento como escardas, gradeos y podas, de una manera determinada y en su época para favorecer las condiciones de cultivo de la micorriza. 

Por su lado, Ignacio nos recuerda que la inversión inicial es muy alta en comparación con otros cultivos, al coste de la planta, el sistema de regado y el vallado, entre otros, hay que sumarle que la producción de trufa no es inmediata, sino que hay que esperar una serie de años para poder recolectar el fruto, algo que deja aún más patente lo necesario e imprescindible que es el trabajo de personal realmente cualificado que asesore y aconseje en el cultivo. 

Sin duda alguna, la truficultura y su tecnificación pueden ser dos grandes apoyos para frenar la despoblación en el medio rural y favorecer la economía de zonas despobladas de nuestra provincia ya que, el cultivo de trufa no es competencia de las zonas agrícolas más productoras, sino que requiere suelos agrícolas más pobres en nutrientes, pedregosos, y en zonas con cierta altitud.

No son muchas las empresas especializadas en este tipo de explotaciones en el territorio nacional. Sin embargo, en Castilla y León la empresa soriana GESFORMA es una de las pocas empresas consolidadas que se dedica a la gestión de proyectos de truficultura de manera integral. Con 15 años de experiencia en el sector y con más de 200 hectáreas de gestión y plantaciones propias, Ignacio y Ángel han convertido GESFORMA en un ejemplo de la profesionalización y revalorización de esta parte del campo tan desconocida y que tanto puede ayudar a hacer crecer nuestra tierra.